A veces sueño que vuelvo a León.
Edificios colosales que nunca existieron, geometrías imposibles de recuerdos me
dan la bienvenida. Familia, amigos, amores que jamás se conocieron allí,
conviven en exótica babel de espacio y tiempo con los habitantes originales de
la ciudad. De mi memoria. Continúan siendo como la última vez que los vi. Yo
sigo estando allí. Más joven. Más flaco. Menos cínico. Mis veinte años me
saludan. Me conocen mejor que yo a ellos. El hijo que guía al padre anciano. De
la mano, mi juventud y yo nos adentramos en la bruma de esa tierra mítica, en
el León perdido que aún me espera en las honduras de mis sinapsis. Que siempre
lo hará.
Despierto con agradecida
melancolía. Jet-lag producto del viaje al mágico y lejano País de las
Maravillas.
A VECES SUEÑAS... A VECES SUEÑAS...
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