sábado, 17 de octubre de 2020

ROSABULARIO XI: Las palabras de Rosa María González Motilva

Los amigos y conocidos de la niñez van mutando al paso de esta. A menudo solo quedan los recuerdos, cada vez más vagos y nebulosos como un sueño viejo, un barquito anclado apenas, bamboleándose contra la irresistible marea del tiempo. Solemos recordarlos por los apellidos, que acostumbran ser más distinguibles que sus nombres: Lezcano, Jaraba, Sainz, Salesa, Mateo, Ratón, Tejedor, Fleta, Melús, Cañas, Mazuelas, Mediego, Pallarés, Quílez...

Ahora ya no puedo acudir a ti, mamá, para que ilumines mis recuerdos. Una vez fuimos a casa de los Jaraba a ver Mazinger Z y creo recordar que pusieron a traición el primer capítulo de Orzowei. ¿En qué calle vivía? No recuerdo. Seguro que tú lo sabrías...

En la foto, la calle Joaquín Sorolla, donde una vez nos paramos los dos y estuviste un buen rato hablando con las Pinilla. Saludos para ellas y para el resto de apellidos, dondequiera que estén. Sit vobis vita levis.
 


-currín: meñique.
-menutio: minuto.
-pa´cutio: para largo, para siempre.
-estar de albañiles: esto lo decía de los que iban hablando solos por la calle (antes de que llegaran los móviles). Viene a significar tener un problemón que no te deja pensar en otra cosa.
-montar un pitote: armar una gorda.
-cogota: cima.
-coger un capazo: encontrarse a alguien en la calle y pegarse una charrada bien larga.
-pampurrias (me dan): me da asco, mala gana.
-mingrana: granada.
-aguachinar: aguar.