viernes, 12 de octubre de 2018

Cuentos de "El Eskrull Achispado" (21)

Mientras tanto, que ya es decir, Toño Starsky, el Hombre de Lata, sobrevolaba el océano Atlántico, por poner uno bien gordo, en pos de su objetivo, un hombre entregado a una misión, al que ni las procelosas aguas, ni el exceso de comas, le harían desistir de su empeño. Desde su despacho-picadero en Industrias Starsky, su ardiente secretaria Pepi Potes no hacía sino mandarle mensajes de voz picantorros; mas Toño era un hombre que siempre había sabido establecer un orden de prioridades, mal que le pesara a su escroto, y lo que tenía entre manos era mucho más importante que un revolcón a tiro fijo.
Suspirando, el Hombre de Lata metió la quinta y los repulsores de sus talones asustaron primero e incineraron después a una alegre bandada de grullas trompeteras que eligió justo ese instante para extinguirse sobre los plácidos cielos de Wisconsin.
Al poco le entró una llamada en espera.
-¿Aló?
-La mía es más dura que la tuya -se jactó desde el otro lado de la línea Jaime Rodas, Máquina Guarra.
-Cría cuervos y te sacarán los ojos -le echó en cara el Sr. Starsky-. Te regalo una armadura bien chula y así es como me lo agradeces, Jaime, maño.
-Confiesa que tienes miedo de enfrentarte conmigo, Toñete.
El Hombre de Lata apretó los dientes y frunció el ceño, pero con eso de que llevaba el casco puesto, pues como que no se le notó mucho. No estaba acostumbrado a evitar las provocaciones. Y menos por parte de un subordinado. Pero debía tragarse su orgullo por esta vez. "Todo sea por la misión", se dijo.
-Pa´ ti la perra gorda -respondió, colgando acto seguido.

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