Los amigos y conocidos de la niñez van mutando al paso de esta. A menudo solo quedan los recuerdos, cada vez más vagos y nebulosos como un sueño viejo, un barquito anclado apenas, bamboleándose contra la irresistible marea del tiempo. Solemos recordarlos por los apellidos, que acostumbran ser más distinguibles que sus nombres: Lezcano, Jaraba, Sainz, Salesa, Mateo, Ratón, Tejedor, Fleta, Melús, Cañas, Mazuelas, Mediego, Pallarés, Quílez...
Ahora ya no puedo acudir a ti, mamá, para que ilumines mis recuerdos. Una vez fuimos a casa de los Jaraba a ver Mazinger Z y creo recordar que pusieron a traición el primer capítulo de Orzowei. ¿En qué calle vivía? No recuerdo. Seguro que tú lo sabrías...
En la foto, la calle Joaquín Sorolla, donde una vez nos paramos los dos y estuviste un buen rato hablando con las Pinilla. Saludos para ellas y para el resto de apellidos, dondequiera que estén. Sit vobis vita levis.
Ese recuerdo que hiere y hace bien... como meñique que sangra al acariciar la rosa... la Rosa. Y este estar sin saber estar a veces calla solo para sentir. La echo de menos, a la mujer, a la dicharachera, a la su mamá de él... la echo de menos y sonrío a veces en medio de la lágrima con su voz recitando sus voces añejas.
ResponderEliminarMimomito...
Gracias, momita...
ResponderEliminar