Con cara de pocos amigos, el señor escritor levantó la mirada de sus papeles y se giró hacia el desconocido que acababa de interrumpirle en la creación de su obra definitiva, aquella que sin duda lo elevaría al olimpo de las letras de una vez por todas.
-Buenas tardes -saludó el desconocido.
-Hasta hace un momento, muy buenas -contestó el autor, a ver si lo pillaba.
-¿No me conoce?
-¿Debería?
-Soy Fan-Parzan. Usted me soñó hará unas noches, hombre. ¿No se acuerda?
-Ahora que lo dice... igual sí. Pero vamos, que ya lo tenía a usted olvidado.
-Esas palabras duelen, viniendo de un padre.
-Si usted lo dice... ¿Cómo era que se llamaba?
-Fan-Parzan.
-El nombre es raro. Lo habré sacado de algún relato de Dunsany o Lovecraft, fijo.
-Hijo del plagio encima. Eso sí que es una puñalá trapera y lo demás, tontadas.
-Pues igual. Búsquese en Internet si acaso y ya luego me cuenta. ¿Qué es lo que quería?
-Lo que me pertenece por derecho, igual que a sus otros personajes: quiero un papel principal en uno de sus libros. Yo creo que encajaría como un guante con mi nombre en "El vuelo del oricú", o de maloso en "El Eskrul Achispado".
-El caso es que esos libros ya los tengo escritos.
-Tampoco pasaría nada por que usted los reescribiera, vamos, digo yo.
-A ver, amigo Mazapán...
-Fan-Parzan.
-Eso, San Tarzán. ¿Tiene usted alguna experiencia? ¿Referentes literarios?
-Rosalía.
-Ah... "Adiós, ríos, adiós, fuentes, adiós, regatos pequeños..."
-No, no, digo la de: "Malamente (eso es) (así sí). Malamente (tra, tra). Mal, mu' mal, mu' mal, mu' mal, mu' mal (mira). Malamente (toma que toma) ('amonó)".
-Ya... ¿Algún otro?
-Camilo.
-¿José Cela?
-No sé su apellido. Solo que está orgulloso de compartir su pobreza con la parienta e invitarla a cervecita en la playa porque no le alcanza para champán.
-Yo soy más de Camilo Sesto. ¿Algo más clásico?
-Es que usted me soñó ayer, como quien dice. No he tenido tiempo de investigar a fondo en YouTube.
-Bueno, como verá usted, amigo Carl Sagan, estoy bastante ocupado. ¿Le importaría aparecérseme en otro momento?
-Claro, cómo no. ¿Puedo tutearte?
-Casi mejor que no.
Fan-Parzan, pese a su corta edad, las pillaba al vuelo, así que desapareció en el limbo de personajes sin obra, dejando libre a su involuntario creador de volver a abismarse en su obra:
-¿Por dónde íba...? Ah, sí... 3 kilos de patatas de freír, cuarto y mitad de pimientos verdes, dos botellas de Konga, un pack ahorro de latitas de escabeche...
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