-Oro... -dijo Bumerang.
-Plata... -dijo Halcón Parrandero.
-Oro...
-Plata...
-Monta...
-Cabe...
-¡Eh, tíos, eso no es legal! A ver si nos atenemos a las reglas -saltó Ojo Falcónido.
-Yo es que estoy muy nervioso -se excusó Bumerang.
-Yo le he seguido la corriente, ¿qué pasa? -dijo Halcón Parrandero.
-El juego tradicional infantil, llamado así por el folklore, incorpora la mentalidad popular, expresándose por medio de la oralidad. Como parte de la cultura popular, guarda la producción espiritual de un pueblo en cierto período histórico. Esa cultura no es oficial, se desarrolla especialmente de modo oral, no queda cristalizada. Siempre en transformación, incorpora a través del pacto improvisado creaciones anónimas de las sucesivas generaciones -explicó el Doctor Rarillo.
-¿Lo qué? -se preguntaron todos los presentes, así que lo escribimos en una sola pregunta para no ocupar mucho espacio dialógico.
-A veces te pones de un semántico que no hay quien te entienda, colega -barbotó Ben Grima-. Mejor nos lo explicas en castellano. Místico no, del otro.
-Que los juegos tradicionales son fruto del paso del tiempo, adaptados a las características socioeconómicas del lugar y tamizados por mentes creativas y dinámicas. Su transmisión, principalmente oral, los mantiene latentes de generación en generación y en constante evolución. De ahí que dispongamos de multitud de variantes según el momento y lugar en que hayan sido puestos en práctica.
-La Virgen -dijo la Kosa-. Estoy por pedirte una zarzaparrilla, Magali, fíjate lo que te digo.
-Que da igual lo que digan, que el último que ponga el pie cruzao gana -aclaró Rarillo.
-¿El orden de los factores no altera el producto? -preguntó Ojo Falcónido.
-Eh... sí, más o menos eso.
-Haberlo dicho antes, magufo.
-No te gustan mucho los hechiceros, ¿eh? -intervino Ilusión desde su mesa.
-No mucho, no -reconoció Ojo Falcónido.
-Pues bien que te le arrimabas a mi señora en los Vindicativos, majo. No te creas que no te veía.
-Exseñora, ¿no?
-Bueno, sí. Pero anda que no le ponías ojitos ni nada a Guanda el día que nos casamos, que te tengo calado. Hasta guardo la portada de nuestra boda.
-Yo tampoco me preocuparía por Ojo Falcónido, amigo Ilusión -terció la Cerilla Humana Original.
-¿No?
-No.
-Pues me dejas más tranquilo.
-Solo fue un amigo especial, como Monsi Williams. O como su hermano Mercromino, que se pegaba todo el día agarrado a ella. Es comprensible que uno como androide con responsabilidades no dé la talla. Yo tampoco le daría más vueltas.
-Haya paz -medió Juanito Tormenta.
-Pero vamos, que Pedrito Maximino enseguida se dio el piro a Attilana a desfogarse en una relación más CRISTALINA.
-Yo lo mato -dijo la Cerilla Humana, del todo encendido.
-A la cola -dijo Ilusión, la gema de su frontón chisporroteante.
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