-Mi buen amigo plebeyo Grima, conocido bajo el nombre de la Kosa entre los miserables humanos, mi regia presencia se conmueve al ver tu monstruosa mole anaranjada de nuevo. ¿Qué ha sido ese alarido? -escribió Rayao Negro con el dedo en el pizarrín que había comprado en los chinos.
-Nada, el Hombre Kosa, que tiene gases -respondió Grima, mirando de soslayo hacia el doctor Sillas-. Yo también te quiero y todo eso, colega -dijo la Kosa-. ¿Cómo tú por aquí? Anda que no ha llovido...
-A mí no me han parecido gases -escribió Rayao Negro, que aunque se hacía el mudo, de oreja iba de perlas, acercándose a la mesa del doctor Sillas.
El Hombre Kosa señaló con ambas manazas fangosas hacia su plato.
-Son los boquerones -aclaró Ojo Falcónido-. Le sientan fatal.
-¿Qué va a ser? -preguntó Marlene Milagros de Todos los Santos desde la barra.
Rayao Negro miró al Hombre Kosa y a Ojo Falcónido un segundo y acabó por darles la espalda y volver junto a Grima. De detrás del Hombre Kosa se escuchó un resoplido que Ojo Falcónido tapó con una pedorreta.
-Debemos decidir qué es lo que tomamos. -Rayao Negro le mostró el pizarrín a Marlene.
-El plural mayestático no te pega, tronco. Eso es más de narradores gilipollas -terció la Kosa.
Sin escribir palabra, Rayao Negro alzó despacio su musculoso brazo hacia la puerta de "El Eskrull Achispado" por la que estaba entrando la familia real antihumana en pleno: Dedusa, Carnac, Gorigon, Tristón, Cristalina y el chucho Manípulas.
-Ahí sí que le has dao, Rayao. Te ha quedao regio, regio. Me quitaría el sombrero, pero me lo robaron anteayer esos mamones de la calle Yanqui.
-¿Qué va a ser entonces? -insistió Marlene poniendo cara larga.
-Un zumo de guanábana y unas aceitunas con hueso para mi augusta figura -le enseñó la pizarrilla Rayao Negro.
-Un Tab y una ración grande de rabas con mucha mayonesa -pidió Dedusa.
-Un agua de Lanjarón y unas nueces de California -dijo Carnac.
-Ginger ale y pistachos para mí, mozuela -pidió Gorigon.
-Yo un gazpacho y chipirones en su tinta -dijo Tristón.
-A Manípulas le pones un pozal de leche semidesnatada y un pernil de ternasco medio hecho -leyó Marlene en el pizarrín.
-Os va a salir la comanda por un pastiñán -dijo la Kosa.
-La familia real no paga un duro -aclaró Marlene, soltando a un tiempo un bufido que hizo temblar sus ebúrneas y estatuarias tetas.
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