Rayao Negro se disponía a abalanzarse sobre Minimus cuando una mano anaranjada de cuatro dedos bien gordos y tirando a rocosa lo cogió del hombro.
-Tranqui, colega. No irás a pegarle a tu hermano -le dijo la Kosa.
-Es justo lo que pensaba hacer, monstruoso aliado de sangre villana -escribió el monarca antihumano en su pizarrín.
-Se te da bien hacer amigos, ¿no?
-Es un poco callado -terció Dedusa, chupándose los dedos.
-¿Vas a hacerle daño a Minimus? ¿Sangre de tu sangre y todo eso?
Por un instante, Rayao Negro y Ben Grima se miraron de hito en hito. A los ojos, vamos. La antena de la frente del monarca antihumano dejó de soltar electrones como loca. Luego una manaza verdosa se posó en el hombro de la Kosa.
-La Maza querer echar pulso con hombre de roca.
-¿Qué? ¡Vamos, hombre, no me j..., Maza! ¿No ves que no es el momento de...?
-Hombre de roca ser cobarde gallina capitán de las sardinas.
-Discúlpame un momento, Rayao Negro. Tú si eso ve hablándolo con Minimus -le dijo la Kosa, soltándole el hombro.
La antena del rey antihumano volvió a crepitar como una velita de esas de chispas. Rayao Negro se acercó a su hermano y lo cogió por las solapas.
-Cuánto tiempo, querido Rayao Negro... Esto, yo ya me iba... A ver si te pasas por casa un año de estos -saludó Minimus.
Rayao Negro lo lanzó al aire y cogió impulso con el puño derecho.
-¡QUIETO!
Todos los parroquianos se giraron hacia la imperativa voz femenina que salía de la barra. También el monarca antihumano, tras congelar a Minimus en el aire a punta de electrones, se volvió hacia Marlene Milagros de Todos los Santos.
-Ya conoce usted las reglas, su señoría -dijo Marlene, los rebosantes pechos sobre el mostrador-. Y haga el favor de mirarme a la cara, hombre.
Gracias a un oportuno y enérgico capón de Dedusa, el regio antihumano consiguió mirar a la camarera a los ojos. De hito en hito, que decíamos antes.
Desde la mesa del doctor Sillas habríamos escuchado esta conversación; de habernos acercado, se entiende:
-¿Está loca? -bisbiseó Bumerang-. Que Rayao Negro se da de tortas con Zuthanos y le grita al mismo Jalactus, macho...
Ojo Falcónido, a quien la silla se le estaba clavando en las posaderas, se alzó un poco sobre el respaldo.
-Qué va. Tú tranquilo.
Bumerang miró hacia el Hombre Kosa. Este hizo la señal de penalti y expulsión.
-Nada de peleas dentro de "El Eskrull Achispado". Son las normas. Creía que lo sabías -comentó Ojo Falcónido.
-¿En serio crees que soy mejor que tú?
Ojo Falcónido volvió a removerse en la silla.
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