lunes, 20 de mayo de 2019

Cuentos de "El Eskrull Achispado" (50)

-¿Lo qué? -preguntó el Doctor Rarillo a su tío político.
-Pues eso. Que este establecimiento está ocupando un espacio ilimitado en mi Dimen... ¡Ay! En nuestra Dimensión Negruzca durante un tiempo incalculable. Eso equivale a un porrón y medio de monedas místicas, más un recargo por construir sin permiso municipal y otro por intentar colármela. Colárnosla. He dicho.
-A mí el Doctor Rarillo me había asegurado que todo estaba en regla -comentó Marlene a Duermenmú desde la barra-. Son naturales. Mis tetas, digo.
-Hombre, tío Duerm... maléfica entidad, "El Eskrull Achispado" es espaciosillo, pero de ahí a ilimitado va un trecho. Y solo lleva abierto dos meses.
-MIRA QUE TE DIJE QUE TE CASARAS CON HILARIO EL DE LOS CEMENTOS, CLETA, HIJA, Y NO CON EL INÚTIL ESTE -dijo la Maru.
-¿? -preguntó sin letras ni nada Esteban Rarillo.
-EN LA DIMENSIÓN NEGRUZCA EL TIEMPO NO SE PUEDE MEDIR -explicó su suegra.
-No lo pillo.
-ASÍ QUE ES INCALCULABLE.
-Ah. Visto así.
-Mamá... -dijo Cleta.
-¿QUÉ?
-No me llames Cleta -se enfadó Cleta-. Y tú, narrador, tampoco, ya puestos.
-SI ES TU NOMBRE, CLETA, RICITOS DE PLATA, HIJA DE MIS ENTRETELAS.
-Podías haberme puesto Cloe, Clío o Cleo, que suenan a colonia de las caras. Pero no -le reprochó Cleta-. De narrador a mamporrero hay un pasito si una toca un par de teclas arcanas. Ojito.
-Tampoco es un nombre tan feo, CletUUUMMMMF -dijo Bumerang.
-Burpy, colega, que te buscas la ruina -le advirtió Ben Grima, quitándole la manaza naranja cuatridáctila de la boca.
-¿Por?
-Es el hipocorístico de su nombre... -explicó el Doctor Rarillo.
-Yo es que poesía leo poca -reconoció Bumerang.
-Yo leo un montón -dijo Carnac, que acababa de llegarse a la barra a pedir otra botella de Lanjarón.
-¿Te gustan los haikus, chiquitín? -le preguntó Jocaspa, que estaba recién aceitada.
-... y como en la Dimensión Negruzca son tan suyos, le pusieron de primer apellido el nombre de su padre.
-¿Es decir? -preguntó una docena de supertipos al unísono.
-Yo lo sé, pero no lo digo -se jactó Madame Güeb.
-Yo también, pero los sofás esotéricos son muy incómodos y te levantas por la mañana hecho fosfatina -dijo el Doctor Rarillo, mirando de soslayo a su señora.
-ANACLETA ORÍN FALTONA. ¿QUÉ PASA? BIEN BONITO QUE ES.
-Esta te la guardo, madre. Al asilo que vas en cuanti que pueda.
La Maru y Ana----- se miraron de hito en hito, que es algo que siempre lo pone a uno muy tenso. Por fortuna, el Hombre Kosa escogió ese momento para levantarse e ir directo hacia Duermenmú. Su mano limosa se alzó hacia el llameante dios, lo cual suscita ciertos interrogantes:

-¿Conoce Duermenmú el miedo? ¿O acaso es solo un exceso de respeto a la Maru?
-¿Arde con el contacto del Hombre Kosa una deidad ya en llamas?
-¿Le gustan a Duermenmú los boquerones?

-Que dice el Doctor Sillas que cuánto es un porrón y medio de monedas místicas en pesetas -aclaró Minimus-. Es que aún no se aclara con los euros.

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