-Venga, Estrella, haz equipos tú con Jalactus -sugirió la Kosa.
-Yo con ese señor no quiero tener nada que ver hasta que no se aclare lo de mi contrato. Quiero unos genitales como Dios manda.
-No haber firmado sin leerlo entero. Que parece que nos hemos caído de un guindo, hombre. Aparte que el mameluco de Duermemmú no me deja participar con eso de que soy omnipotentillo.
-Vale; entonces, Estrella con otro que no sea su patrono.
-Expatrono. Pero vamos, que yo tampoco quiero hacer equipos.
-¿Y eso? -preguntó Ben Grima.
-Estoy en plena crisis existencial.
-Menuda novedad. ¿Y?
-Que necesito estar solo para tocar fondo dentro de mí mismo, recoger los pedazos y emerger a la luz de un nuevo día, y eso con gente a mi cargo se va a freír espárragos. La soledad me es necesaria para meditar y apurar la copa de mi doliente tristeza.
-¿Y qué carajo haces aquí con toda la peña?
-Es que si uno no hace saber a los demás lo malito que está y lo poquito que se queja no tiene ninguna gracia.
-También es verdad. ¿Rarillo?
-¡Por la Imponente Esther, ni soñarlo! A mi santa le sentó fatal cuando estuve al frente de los Defendientes. Aquella temporada, es que ni catarlo.
--¿Satán Jr.?
-Huy, no. Menuda vergüenza.
-¿Algún antihumano con ganas de liderar? -preguntó la Kosa-. Quién le manda desvanecerse a Minimus, hombre.
-Que dice mi señor Rayao Negro que está muy feo eso de hacer de lado a alguien de una minoría étnica, minusválido y encima rey y que os den pa´ un burro -respondió Carnac-. Que ningún poblador de Attilana se ofrece a hacer equipos y si nos quedamos aquí es porque nos dan la consumición gratis.
-Pues está chungo, porque el Capitán Norteamérica acaba de ponerme en un privado que tiene que ir al juzgado a resolver unas cosillas a tiro fijo y luego me llama si acaso y el capullo de Namorio no me lo coge.
-He tenido una visión -dijo Madame Güeb.
-¿Sobre qué? -preguntó la Kosa.
-Sobre el campeón de la Champions, si te parece. Bumerang y el Halcón Parrandero están predestinados a formar los equipos.
-¡No fastidies! -exclamó Grima.
-¡Olé yo! -dijo Halcón Parrandero.
-¿EN SERIO? -dijo Bumerang pegando un brinco.
-Pues sí. El
destino tiene estas cosas: a veces es suyo de cojones –explicó Madame Güeb
encogiéndose de hombros.
-Jo... n-no sé ni p-por dónde empezar -tartamudeó Bumerang-. Es q-que estoy muy ne-nervioso...
-¡Malena, bonita! Pásale aquí a mi colega el libro ese de Stanis Lao. Sí, el que tienes junto a las Páginas Amarillas.
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