domingo, 20 de enero de 2019

Cuentos de "El Eskrull Achispado" (35)

(Nota del Narrador Todopoderoso, Enrollao y Nada Intrusivo: Esta escena, si bien tiene lugar en la jungla africana, es una escena retrospectiva. Vamos, un flashback en inglés o un "echapatrás" en cristiano. Está narrada en presente a fin de captar mejor la evanescente cualidad del instante fugitivo, incrementando por contraposición su dramatismo inherente. También lo hago para que os cosquéis de que hemos cambiao de tiempo, que no de lugar y porque me sale de los perenguendengues -léase la cuarta palabra de la presente glosa-. Hala, a mandar.)

Los tambores dunganu atruenan cada vez más cerca, más próximos a su objetivo. Miles de ojos inyectados en sangre acechan al joven y apuesto doctor mientras se adentra entre la espinosa broza de Ingahni, la selva infinita donde moran los espíritus de los muertos.
-Tengo que dejar el cigarrillo -se dice el doctor Sansón, parándose un instante para echar el bofe.
Por fin logra llegar al claro donde mora su torvo paciente. No ha sido fácil. Para llegar allí ha tenido que prescribir (dos)miles de colirios.
Se dirige al centro de la aldea, la verde melena ondeando con la brisa africana. Hermosas nativas de calipigio nalgamen aprovechan para preguntarle la marca de su champú: Esencia de Hierbajo.
-¿Se puede? -llama a la puerta de la choza del jefe. La mezcla de bosta de vaca y arcilla recién revocada deja un recuerdo duradero en sus nudillos.
-Adelante.
El interior, sumido en sombras, hace gala de una abigarrada decoración: una cabeza disecada de un ñu de cola blanca; la cabeza de Mumbole, que hizo trampas jugando al mus; una maceta de iboga; un plato de gachas de ñame sobre la mesa de bejuco trenzado; dos tambores yoruba para oficiar el culto a los espíritus de las Tierras Negras. Un ara sacrificial marca Hacendado. Un llavero de Mokele Mbembe en miniatura con las llaves del Panda; un tanga leopardo usado y una tarjeta de cumple con la frase: "No cambies nunca, Karmen".
-Bien, túmbese y cuénteme qué le pasa.
-Básicamente que estoy jodido. Ya me disculpará usted la grosería, doctor -dice Karmen el Cazador, mirando al techo de la choza.
-Relájese, respire hondo y me lo explique -Doc Sansón se sienta sobre un tambor yoruba, saca su libreta Rubio cuadriculada y muerde el capuchón de su Bic con la soltura que solo se adquiere con los años.

No hay comentarios:

Publicar un comentario