Al poco, la joven y calipigia camarera volvió a acercarse y dejó la comanda con un bufido.
-No me ha puesto ni aceitunas -se lamentó Bumerang por lo bajo-. Qué menos, ¿no?
-A mí siempre me las pone. -El rocoso Grima se rascó la pétrea calva.
-Igual es que le caigo mal. Tengo ese don con las mujeres -rumió Bumerang, la mirada clavada en su CruzCampo- Y eso que dicen que a las chicas les gustan los perdedores...
-Los perdedores con superpoderes -precisó la Kosa.
-¿Qué quieres decir?
-¿Tú tienes algún superpoder?
-Yo... estoo... no exactamente... pero tengo la fuerza, la velocidad, la agilidad, la destreza, los reflejos, la coordinación y la resistencia de un atleta profesional. Y una puntería de la hostia. Lo dice la Wikipedia.
-Ya. Pero superpoder, lo que se dice superpoder...
-Va a ser que no... -admitió Bumerang, vaciando acto seguido su jarra de un solo trago-. Pero salgo en montones de historietas y he estado en muchos grupos, como tú. De hecho, ahora mismo estoy montando uno nuevo: los 5 Diestros. ¿Te apuntas?
-Leí el cómic y al final Spideyman te patea el culo -declinó la oferta Grima.
-¿Qué...?
Bumerang se sumió en la insondable sima de su sempiterno fracaso: su editor había sacado el tebeo sin avisarle. Eso no se le hace a un honrado supervillano, no señor.
-Otra CruzCampo, posadera -pidió con un hilo de voz.
-No te castigues así, hombre -le dijo la Kosa dando un respingo.
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