Al entrar en la tasca, Bumerang se dio cuenta demasiado
tarde de que había un superhéroe en la barra. Y uno de los buenos: el mismísimo
Ben Grima, la adorable Kosa de ojos azules para los amigos. Bumerang hizo
ademán de recular.
-Tranqui, Bataran -le dijo la Kosa-, siéntate, te invito
a un lingotazo. No estoy de servicio.
Aliviado, Bumerang pasó por alto que lo hubiera confundido
con un gadget de Bathman y se sentó junto al rocoso Grima.
--¿Qué va a ser? -preguntó la joven camarera del Eskrull
Achispado, mientras sus ebúrneos pechos conquistaban buena parte de la barra.
La Kosa
se fijó en la mirada de soslayo de Bumerang.
-Está buena, ¿eh, Boomslang?
-No, si no la estaba mirando...
-Lo que tú digas, colega -zanjó el tema Grima, volviendo a
sumirse en la contemplación de su litrona.
-¿Qué va a ser? -repitió la joven pechugona, haciendo como
que no había oído.
-Una cerveza.
-¿Marca?
-Una CruzCampo -pidió Bumerang.
-Pensaba que querías una cerveza -comentó la Kosa.
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