-Venga, va, que te lo presento -se ofreció la Kosa.
-Es que... me da yuyu -titubeó Bumerang.
-¿Y eso?
-Jopé... Él es un tío omnipotente que merienda planetas. Y yo... -Bumerang hizo una larga pausa.
-... lanzas palitroques curvados. ¡Huy! Perdona, tío, lo he vuelto a hacer.
-Sí, eso. Básicamente.
-Es un parroquiano muy enrollao -terció Marlene Milagros de Todos los Santos desde el otro lado de la barra-. Seguro que estará encantado de conocerte.
Bumerang alzó la vista de la barra y de la rompedora delantera de Marlene y esbozó una sonrisa.
-Hala pues -se animó a sí mismo, levantándose.
La Kosa se le adelantó y ambos se acercaron a la mesa de la partida de mus.
-¡A las buenas tardes, colegas! ¿Interrumpo algo? -saludó la Kosa.
-¡Por los 7 anillos de Rasgadorr, claro que sí! -exclamó el Hechicero Sumo, aprovechando para pasarle la seña de tres pitos a su compañero.
-Yo también me alegro de verte, Doctor Rarillo.
-¿Le pasa algo en la lengua? -preguntó Bumerang.
-¡Has hecho seña! ¡Has hecho seña! -Madame Güeb le apuntó con el índice-. ¿Lo has visto, Estrella?
-¿Visto el qué? -preguntó Estrella Plateada.
-La madre que te... -se lamentó Madame Güeb.
-La torpeza de tu intrusión tan solo es comparable a la de los Descerebraos en la Dimensión Negruzca...
-Yo también te quiero, amigo Rarillo. Oye, ¿tenéis un momentito? Es que quería presentarle a tu compi a Bumbury.
-Bumerang...
-Sí, eso, Bumbury. ¿No os importa, verdad? Que hay confianza, hombre. Anda que no nos hemos chupao guardias juntos...
-¡En verdad que tu osadía, Ben Grima, sobrepasa incluso la del mismísimo Barón Gordo! ¡Pienso quejarme a...!
-Tengo pis -dijo Estrella Plateada.
-Te acompaño -comentó Jalactus.
-Ahora que lo dices... -abundó el Doctor Rarillo.
Los tres se fueron al lavabo. La Kosa y Bumerang se quedaron mirando a la pareja de mus de Estrella.
-Yo no hice la mili -aclaró Madame Güeb.
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