-Pa´ semejante viaje no hacían falta alforjas, Rarillo -le echó en cara Ben Grima.
-Yo seré inmortal, pero se me está agotando la paciencia, miserable sobr... hechicero -le advirtió Duermenmú, que llevaba un porrón de rato acodado en la barra al lado de Bumerang.
-Y usted que lo diga -coincidió Bumerang-. Seguro que tiene montones de cosas místicas que hacer.
-No te creas, patético humano infrapoderoso. Con eso de que en la Dimensión Negruzca uno no tiene más que chascar los dedos y le brotan siervos Descerebraos de debajo de las piedras, pues como que llevo la agenda muy al día. Mas tu empatía es refrescante, para variar.
-Eso, tú ponte a confraternizar con parias en vez de meterle prisa a tu sobrino. Mentira me parece que seas hermano mío -le reprochó la Maru a Duermenmú.
-Eso ha dolido... -Bumerang reparó en la mirada de la Maru-, pero vamos, que lo que usted diga, señora, faltaría más.
-Oye, no te metas con mi despreciable amigo. Que pertenezca a la casta más baja de los superhéroes, dada su evidente y completa falta de poder, no te da derecho a recordarle su condición de absoluto paria...
-Esto, ¿gracias? -dijo Bumerang.
Duermenmú, envalentonado acaso tras las cuatro Mort Subite que acababa de trasegarse por cortesía de la Kosa, se lanzó a la piscina:
-... y si no recuerdo mal, de tanto confraternizar con Orín, a ti te salió una Anacleta.
-¡Huy lo que me has dicho! ¡A papá vas por faltón!
-Otro que tal baila -bufó Ana---.
-Y yo confraternizo con mi patético colega las veces que quiera. Es más, me lo confraternizo si hace falta, córcholis.
-No, gracias -declinó amablemente Bumerang.
En la mesa donde se sentaban las dos Cerillas Humanas, Robby Drake, Martinezx y Jacobo Frisqui, y que en adelante denominaremos "mesa de congelados y churrascos" en aras de la brevedad, el Hombre Sorbete dejó caer con rictus rijoso:
-Este entiende pero fijo.
-No entiendo -comentó Martinezx.
-Y aún diré más: me conmueve tanto la deplorable condición de mi astroso amigo... ¿Cómo decías que te llamabas?
-Burundang -le recordó Ben Grima.
-Eso, Burulan. Me conduelo hasta tal punto de tu lastimoso estado de infrahéroe que voy a otorgarte unos poderes que lo flipas.
-¿EN SERIO? -preguntó con mayúsculas y todo Bumerang- ¿Qué poderes?
-Controlar las llamas y volar, así para abrir boca. E invocar seres místicos con mala baba de postre.
En la mesa de congelados y churrascos la cosa se puso tensa:
-¿Otra Cerilla Humana? -clamaron al unísono ambas Cerillas.
-Hasta ahí podíamos llegar -se ofendió Juanito Tormenta.
-Con lo que me alegré cuando la diñó mi compinche Tomás Raimundo, el Torete. Que andábamos todo el día a la gresca, llama va, llama viene -dijo la Cerilla Humana Original.
-La ley de Spottiswoode-Lobanillos es lo que tiene -sentenció Jacobo Frisqui.
-Ya salió el listo -dijo el Hombre Sorbete.
-Oye, pues no suena mal, amigo Duermenmú. ¿Puedo tutearte?
-Poder, lo que se dice poder, puedes. Pero con eso de que soy un dios, igual se me va la pinza, olvido nuestra sólida amistad y te reviento un poco.
-¿Decía usted?
-Te concederé poderes superiores a los del Doctor Rarillo y mi sobrina Anacleta juntos.
-Cuando dejes de ser dios te vas a enterar -le advirtió la esposa del maestrillo de las artes místicas (por no decir Ana---).
-Pues pinta muy bien la cosa. ¿Cuándo nos ponemos a ello?
-De inmediato. Solo tienes que condenar tu alma a servirme eternamente en la Dimensión Negruzca cuando mueras, que intentaremos que sea pronto, y te enchuclo los poderes en un pispás.
-Igual me lo pienso un poco -dijo Bumerang, rascándose la barbilla.
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