-¡Tenemos que hacer que vuelvan! -clamó Bumerang, las manos en la cabeza.
-A ver, tampoco es que corra tanta prisa -lo tranquilizó Ojo Falcónido-. Otro rato le pago a Minimus por sus servicios y listo. ¡Marlene, ponme un bocata de tortilla! De los gordos. Y una jarra.
-Yo a Julk tampoco lo voy a echar mucho de menos -reconoció Ben Grima-. Si es que ese pavo me puede...
-Pero, ¿y Dedusa? -preguntó Bumerang-. ¿Señor don Rayao Negro?
El monarca antihumano se excusó sin palabras ante la Maru y se puso a escribir un rato en su pizarrín antes de enseñárselo al doctor Rarillo.
-¿Cuántas posibilidades hay de que vuelva Dedusa? -leyó Esteban Rarillo-. Si son "muchas": "Oh, ah, cuán terrible desgracia. Vayamos en pos de mi amada." Si son "pocas": C´est la vie. Ya me disculparás, debo proseguir mi animada charleta con esta señorita tan agradable".
-Hombre, no hay que desesperar -intentó calmarlo el maestro de las artes esotéricas esas.
-Si es que es más majo... -dijo la Maru.
-¿Y el Caballero Lunático? -preguntó Bumerang a una concurrencia de pronto silenciosa-. Ah.
-Oye, Burpy, amiguete, vente p´acá -le dijo la Kosa.
-¿Sí?
-¿Cómo es que te has ofrecido a colaborar en lo de la colecta con Flecha Rijosa?
-Ha sido mi primer crossover. De aquí a tener serie regular solo hay un pasito -le explicó un exultante Bumerang.
-Ya veo.
En estas volvió Duermenmú, que había hecho mutis por el foro un momentico antes pero igual no lo hemos dicho.
-Que dice el señor Huang que los pebeteros están a dieciséis euros con cincuenta.
-¿Entonces te llega con lo recaudado, oh, perversa entidad preternatural y querido tío?
-Sí, pero no me queda ni para un bocadillo. Así que no hay trato.
-¿Qué quieres pues a cambio de respetar esta sacrosanta ubicación habitualmente colmada de bebidas espirituosas? ¿Algún objeto de inmenso poder?
-Como los Pedrolos del Infinito, ¿no? -comentó Bumerang-. Lo leí en un tebeo.
-Te van a borrar del grupo de Guasap, Busty, tío.
Duermenmú echó una ojeada de reojo a la Maru, que esta no devolvió con eso de que estaba un poco liada con Rayao Negro.
-Eh... sí... eso. Pedrolos del Infinito.
-¿Cuántos quieres? -quiso saber Esteban Rarillo.
-Yo... ¡seis mil! Sí, eso. Seis mil está bien.
-Igual son muchos.
Duermenmú volvió a mirar a su hermana, que seguía pelando la pava a conciencia.
-¿Qué tal si lo dejamos en dos o tres? -propuso Rarillo.
-Vale, despreciable sobrino político -Duermenmú levantó la llameante palma-. Gimme five!
-No, no, el Doctor Rarillo ha dicho que un par o tres, señor don dios malvado -aclaró Bumerang.
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