A medio balancearse entre un edificio y otro, los agudos sentidos de Damedébil no tardan en captar la presencia de alguien al acecho. Su olfato percibe un intenso olor a tensión, a licra usada y a sobaquina, así que se marea un poco y cae contra un tejado de morros, que es como caer de bruces, pero en menos fino.
-Cómo raspa, mecacho... Me va a dejar marca -se queja Mateo Burdo, frotándose las palmas-. Sé que estás ahí.
Una silueta encapuchada surge de entre las sombras y se acerca a él.
-¿Qué haces aquí, Bathman? Este no es tu tebeo, menudo rostro.
-No soy el señor ese, soy... ¡Mortajao!
-¿Seguro que no eres Bathman?
-Seguro. Si lo sabré yo.
-Llevas capa como él.
-Ya, pero...
-Eso que llevas ahí es un batharán, ¿verdad?
-Bombarán. Que no es ni parecido.
-Ajá. ¿A que mataron a tus padres cuando eras un crío?
-Bueno, sí... Pero atiendo por el nombre de Maximiliano Quincoces Colindres. Además, mi máscara es distinta y no llevo orejas de punta. ¿No te has fijado?
-Eh... no lo he visto, la verdad. ¿Por qué me estabas acechando? Te advierto que si piensas pegarme, tendrás que vértelas con, ajum, ajum, mi abogado.
-No hombre. A todo esto, estudié derecho y soy abogado criminalista -le informa Maximiliano.
-Anda, qué cosas. Igual que y... como mi difunto padre, quería decir.
-¿También se dedicaba a la abogacía?
-No, pero era boxeador, que se parece mucho. Estaba facultado para pegar trompazos legales.
-¿Y tu madre?
-Se murió o se metió monja, ahora mismo no recuerdo.
-Jo, tío, lo siento, de verdad -dice Mortajao-. Tenemos muchas cosas en común.
-Oye, ¿tú sabes qué hora es? -pregunta Damedébil-. Es que me he dejado el reloj en casa, si no, no te lo preguntaría.
-Pues ni idea, porque a cambio de mis superpoderes el culto de la diosa Cali Pachang me dejó ciego como un topo.
-¿Qué me estás contando?
-Lo que oyes.
-Así entre nosotros... yo tampoco veo tres en un burro desde que conseguí mis poderes.
-Me lo he figurado cuando me has confundido con Bathman. Que nos parecemos como un huevo a una castaña. ¿Cómo decías que te llamabas?
-Burdo, Mateo Burdo. Te lo digo en confianza, ¿eh?
-Descuida, seré una tumba -asegura Mortajao-. ¡Choca esos cinco, compañero de fatigas!
Damedébil tiende la mano y Maximiliano, tras apretarla, le envuelve en un largo y sofocante abrazo con su capa, con palmadas en la espalda y todo.
-Oye, amigo Maximiliano -resopla Mateo, echándose para atrás-. ¿Tienes superolfato?
-No, qué va. Tengo visión mística y manejo la Fuerza Negruzca. ¿Por?
-No, por nada.
100.100. A que ya llega el final de a deveritas. Te amo, Mimomito hermoso.
ResponderEliminarEstá que llega, solo se lo piensa un poco... Te quiero, niñalinda.
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