Desde chiquito, algo pasaba con Joselito Ceballos Carcosa: en los ejercicios
de completar palabras del cole unía "rosas" con "negras",
"venenosas" o "podridas" y el profe de Lengua, ferviente
partidario de cogérsela con un papelillo muy fino de lenguaje inclusivo,
encadenaba bajas por surmenage y burnout. Además, con eso de que tenía
ictericia y comía poco, Joselito presentaba un aspecto cadavérico que le iba
como un guante a su depresión crónica surcada de escarificaciones por todo el
cuerpo. Por si fuera poco, su madre había desaparecido en extrañas
circunstancias y el bueno de Joselito, abandonado a la buena de dios por su
padre guorcajólico, escuchaba sin cesar canciones de esas de zumbaos que son
mucho de llorar con una sonrisa de oreja a oreja.
Vamos, que Joselito era gótico y no lo sabía.
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