domingo, 10 de mayo de 2020

Epifanía pendiente (oscura, claro)



Desde chiquito, algo pasaba con Joselito Ceballos Carcosa: en los ejercicios de completar palabras del cole unía "rosas" con "negras", "venenosas" o "podridas" y el profe de Lengua, ferviente partidario de cogérsela con un papelillo muy fino de lenguaje inclusivo, encadenaba bajas por surmenage y burnout. Además, con eso de que tenía ictericia y comía poco, Joselito presentaba un aspecto cadavérico que le iba como un guante a su depresión crónica surcada de escarificaciones por todo el cuerpo. Por si fuera poco, su madre había desaparecido en extrañas circunstancias y el bueno de Joselito, abandonado a la buena de dios por su padre guorcajólico, escuchaba sin cesar canciones de esas de zumbaos que son mucho de llorar con una sonrisa de oreja a oreja. 
Vamos, que Joselito era gótico y no lo sabía.


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