-¡Ring, ring! -ringuea el timbre de la entrada.
Para mi sorpresa, el mismo autor sale a recibirme. Es un señor bajito, bastante cabezón y calvorota.
-Hola, pase, pase usted. Últimamente con esto del coronavirus no tenemos muchas visitas. De hecho, podrían multarle.
-A mí es que con eso de ser extraterrestre de la raza de los Guachis, pues como que no se me aplican las reglas terráqueas, contagios incluidos. ¡Atchú!
-¿Decía usted?
-Nada, que en el camino desde la Luna mientras me teleportaba habré cogido un resfrío. En el vacío cósmico hay mucha corriente.
Me hace pasar al acogedor saloncito y sentarme en el sofá.
-Se estará preguntando por qué le...
-¡Tiro-riro-tiro-riro, tiro-riro-rí! -tirorirea su móvil.
-Discúlpeme un momento -me dice, llevándose a la oreja el teléfono de concha y poniéndose a pasear por el hall mientras habla.
Como me aburro y ando un poco duro de oído, uso mis poderes cósmicos para coscarme de lo que dice su interlocutor:
-¿En
serio piensa usted acabar conmigo, con lo que hemos sido? -dicen del otro lado del teléfono.
-Sí, sí, lo tengo decidido -contesta el autor.
-Piénseselo usted, hombre. Le he acompañado a lo largo de toda esta historia,
amigo narrador. Qué digo amigo, ¡hermano!
-Ambos sabíamos que su papel en esta novela iba a terminar pronto. De hecho, ya
lo habíamos hablado.
-Sí, pero estará de acuerdo conmigo en que mi personaje aún puede dar mucho
juego.
-Lo lamento, pero usted debe morir por razones puramente argumentales. No se lo
tome como algo personal. Para compensar tan luctuoso deceso, escribiré una
escena que sea mucho de llorar a la que asistirán todos los personajes del
libro.
-¿También mi tío segundo Nemesio el anacoreta de Kuala Lumpur? Habría que
haberle avisado antes. Es que hay muy mala combinación de trenes con Ronchones
del Arcipreste.
-Nah, con tanta gente en su sepelio de usted nadie se fijará en el tío Nemesio,
que además apenas sale en el primer capítulo.
-¿Y no saldré en la segunda parte?
-Con eso de estar muerto, lo veo complicado.
-Pues no me mate usted, repámpanos.
-Lo lamento. Ahora tendrá usted que perdonarme: tengo una cita con su prima
Wendy, que está muy interesada en que desarrolle más su personaje, aunque yo la
veo pero que muy desarrollada. Buenas tardes.
-Pues que sepa usted que también es otro personaje, hala.
-Ahí va lo que me ha dicho. Grosero. Ahora lo mato en el fondo de las Marianas,
sin funeral ni nada. A las buenas tardes-concluye el autor, cerrando el teléfono.
-Discúlpeme usted. Antes quedaba con los personajes en persona, pero desde que empezó la crisis sanitaria esta, es usted el primero que viene a verme.
-¿Y Wendy?
-No, hombre. Era para cortarlo pronto.
-Ah.
Durante unos segundos permanezco pasmado. El tío este, con lo chaparro que es, hace y deshace con los personajes lo que le sale del forro y, o pasas por el aro, o no hay tutía. Eso es un demiurgo en condiciones y lo demás son tonterías.
Hala, vamos plegando... y brilla tu voz, mi amor, cuánto de bien dices. Y cuánto te amo cada vez.
ResponderEliminarGracias, esposica linda. Mañana o pasado igual hay sorpresica... Te quiero .
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